Normalmente se alegraba mucho siempre
que veía a su abuela, pero ese día todo le
pareció extraño. “¡Buenos días!”, dijo ella,
pero nadie le contestó.
Su abuela tenía un aspecto extraño. “¡Oh, abuela, qué orejas
tan grandes tienes!”, exclamó Caperucita Roja. ”¡SON PARA
OÍRTE MEJOR!”, contestó el lobo imitando la voz de la abuela. “¡Oh, abuela, qué ojos tan grandes tienes!”, siguió la niña.
“¡SON PARA VERTE MEJOR!”, dijo el lobo. “¡Oh, abuela, qué manos tan grandes tienes!”
“¡SON PARA ABRAZARTE MEJOR!”, dijo el lobo.