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domain was triggered too early. This is usually an indicator for some code in the plugin or theme running too early. Translations should be loaded at the init
action or later. Please see Debugging in WordPress for more information. (This message was added in version 6.7.0.) in /mnt/websites/var-www-html/taleswithgigi.com/wp-includes/functions.php on line 6114Había una vez una niña muy dulce. Todo el mundo le decía Caperucita Roja, porque siempre usaba una capa roja con capuchita que le había regalado su abuela con mucho amor.
Un día, la madre de Caperucita le dijo: “Mira, hija, toma esta canasta y llévasela a tu abuela porque está enferma y débil. Esto la reanimará. Tiene pan, mantequilla, torta y frutos rojos. No te apartes del camino y no hables con desconocidos, vete directo a la casa de tu abuela”.
La abuela vivía fuera, en el bosque, a media hora del camino del pueblo. Entonces Caperucita Roja comenzó su viaje. Apenas llegó la niña al bosque, salió por detrás de los árboles un lobo. Como ella no sabía lo peligroso que era, no se asustó.
“¡Buenos días, Caperucita Roja!” la saludó el lobo. “¡Buenos días, Señor Lobo!”, contestó la niña. “¿A dónde vas?” preguntó él. “Voy a visitar a mi abuelita, porque no se siente muy bien”, contestó Caperucita Roja. ”¿Qué llevas en esa canasta?”, preguntó el lobo. “Tengo pan, mantequilla, torta y frutos rojos para mi abuelita”, contestó ella. “¡Genial! ¿Y dónde vive tu abuelita?”, preguntó el lobo y la Caperucita le contó en detalledonde vivía la abuela.
Caminaron juntos un rato y luego el lobo le habló otra vez: “¡Que hermosas flores que te rodean! ¿Por qué no le llevas algunas a tu abuela?”. La niña miró a su alrededor y vio todas esas flores hermosas. Pensó que a su abuelita le alegraría tener un ramo de flores frescas, así que dejó de lado el consejo de su mamá y se apartó del camino.
Mientras Caperucita Roja caminaba en lo profundo del bosque en busca de flores, el lobo se fue directamente a la casa de la anciana. Al tocar la puerta, escuchó una voz que venía desde dentro: “¿Quién es?”. “Soy Caperucita Roja, te traigo pan, mantequilla, torta y frutos rojos”, contestó el lobo con una voz afinada. “¡Que alegría! No tienes más que empujar fuerte la puerta para entrar. Yo estoy muy débil y no puedo levantarme para abrirte”.
El lobo entró a la casa, se fue directamente a la cama donde la abuela estaba acostada y se la tragó entera. Luego se puso sus ropas y se metió en la cama.
Cuando Caperucita Roja llegó a la casa de su abuela, se asombró al encontrar la puerta abierta. La niña entró y se fue a la alcoba.
Normalmente se alegraba mucho siempre que veía a su abuela, pero ese día todo le pareció extraño. “¡Buenos días!”, dijo ella, pero nadie le contestó.
Su abuela tenía un aspecto extraño. “¡Oh, abuela, qué orejas tan grandes tienes!”, exclamó Caperucita Roja. ”¡SON PARA OÍRTE MEJOR!”, contestó el lobo imitando la voz de la abuela. “¡Oh, abuela, qué ojos tan grandes tienes!”, siguió la niña. “¡SON PARA VERTE MEJOR!”, dijo el lobo. “¡Oh, abuela, qué manos tan grandes tienes!” “¡SON PARA ABRAZARTE MEJOR!”, dijo el lobo.
“¡Oh, abuela, qué boca tan grande tienes!”, exclamó Caperucita Roja. “¡ES PARA COMERTE MEJOR!” Y gritando esto, el lobo saltó de la cama y se tragó entera a la pobre niña.
Con su barriga llena, el lobo se metió de nuevo a la cama y se durmió con grandes ronquidos. Un cazador que pasaba por delante de la casa lo escuchó, y pensó que era extraño que una mujer anciana roncara tan fuerte. Miró para dentro y vio que era el lobo que estaba roncando así. El cazador había estado buscando al lobo por mucho tiempo. ¡Por fin lo había encontrado!
Entonces el cazador le apuntó con su escopeta, pero pensó que el lobo podría haberse comido a la anciana y ¡que tal vez ella seguía viva en su barriga aún!
Por eso es que tomó unas tijeras y abrió la barriga del lobo. Pronto vio relucir la roja capuchita y entonces saltó Caperucita Roja. El cazador dio otros cortes más y la anciana salió también.
Caperucita Roja trajo inmediatamente grandes piedras y llenaron con ellas la barriga del lobo. Cuando él se despertó, se asustó y quiso salir corriendo, pero el peso de las piedras lo hizo caer, se estrelló contra el suelo y se mató.
Los tres compartieron la torta, felices de saber que el lobo nunca volvería a atacar a nadie más. Caperucita Roja decidió nunca más apartarse del camino y siempre seguir los consejos de su madre.