Y así pasó un año. Un día el comerciante
recibió una carta en la cual le anunciaban
que uno de los barcos de su propiedad
acababa de arribar sin ningún daño, lo
que significaba que la familia era rica
nuevamente.
Al escuchar la buena noticia,
las hermanas mayores hicieron
una lista de las cosas que querían
que su padre les comprara como
vestidos, sombreros, zapatos, aros,
pulseras, y muchas cosas más. “¿Te gustaría que compre algo
para ti también?” le preguntó el
padre a Bella. Ella pensaba que todo el dinero
que tenían no iba a ser suficiente
para los encargos de sus hermanas,
así que respondió amablemente,
“Ya que me preguntas, te ruego
me traigas una rosa, ya que no
crecen por aquí.”