Nadó por un largo rato hasta que por fin llegó a una casa construida
con huesos humanos. Antes de que ella pudiera tocar la puerta,
escuchó la voz malvada de una bruja: “Ya sé lo que quieres”. En ese momento la bruja apareció en frente de ella. “Quieres
librarte de la cola de pez y en lugar de ella tener dos piernas. Es una estupidez que te traerá solo pena y desgracia, pero estoy
dispuesta a satisfacer tu deseo de obtener un alma inmortal”.

“Te prepararé un brebaje que tendrás que tomarte mañana antes del
amanecer. Vete hoy día a la tierra y verás como tu cola se transforma
en dos piernas. Te va a doler. Desde entonces cada vez que camines o bailes, te parecerá que pisas
un afilado cuchillo. A pesar de eso, conservarás tu modo de andar
elegante de sirena. ¿Podrás aguantar todo ese dolor?” “Sí”, exclamó la joven sirena con voz palpitante. “Hay más. Ten en cuenta
que una vez que hayas cambiado tu cola de pez a piernas humanas,
jamás podrás recuperarla. Jamás podrás volver al palacio de tu padre. Tendrás que conquistar el amor
del príncipe y casarte con él para adquirir un alma inmortal. Pero la primera
mañana después de su boda con otra, se partirá tu corazón y te convertirás
en espuma flotante en el agua. ¿Estás segura de que este es el destino que quieres?”, preguntó otra vez
la bruja. “Sí”, contestó la sirena, pálida como la muerte. “Esto no es todo,
tienes que pagarme y el precio que te pido que no es poco. Quiero tu voz, ya que es la voz más dulce conocida en el fondo del mar.
Así que el príncipe no escuchará tu voz, porque te cortaré la lengua”,
prosiguió la malévola mujer. “¿Pero qué me queda a mí?”, preguntó la
sirenita. “Tienes tu bella figura, tu paso elegante y tu bonito rostro y cabello. Con
todo esto puedes hechizar el corazón de cualquier hombre. Ahora, saca
la lengua para poder empezar con la preparación del brebaje que
cambiará tu cola de pez a piernas humanas”.